Rey Don Sebastián de Portugal
Su autor es
Diego Barbosa Machado, quien incluye el relato del viaje que D. Sebastián, rey de
Portugal, hizo en diciembre de 1576 a Guadalupe, a los 22 años, para
encontrarse con su tío Felipe II. El objetivo de su viaje era organizar una
gran cruzada contra el reino de Fez (Marruecos). Su tío rechazó participar,
aunque finalmente le enviaría una pequeña fuerza de 2500 hombres. Sebastián
murió en la batalla que tendría lugar el 4 de agosto de 1578.
Dice Diego
Barbosa que el “Santuario de Nuestra
Señora de Guadalupe está situado en la provincia de Extremadura, entre montañas
fragosas y sierras altísimas, llamadas Villuercas, de las cuales se despeñan
varios ríos, llamado uno Guadalupe, de donde el Santuario tomó su nombre”.
Camino Real de Guadalupe a Sevillay y a Portugal. Mapa de Tomás López (1781)
El rey
Sebastián entró en España por Elvas, dirigiéndose
después a Badajoz, Talaveruela, Mérida, Medellín y Madrigalejo.
En todos los lugares por los que pasó se le trató con gran pompa, como había
ordenado Felipe II. De Madrigalejo dice el autor que “es un lugar humilde, perteneciente a los religiosos de Guadalupe, y
estaban los aposentos, aunque bajos, muy bien preparados”. Y que “en la casa de Santa María donde durmió el rey Sebastián había
fallecido su bisabuelo el rey D. Fernando el Católico”.
De allí se
dirigieron, antes de llegar al Santuario, a un “convento” que tienen los Jerónimos de Guadalupe en una “charneca llamada El Rincón, que es una parroquia, donde oyó misa el
rey".
El frío era tan riguroso que fue necesario poner un brasero al lado del
altar, a cuyo fuego se llegaron el rey Sebastián, el Duque de Aveiro y el
embajador portugués. Después en la comida, nos cuenta que la mesa estaba
adornada de manjares de distintas carnes, pescados y vinos selectos, en cuyas
garrafas se había escrito el lugar de procedencia y su antigüedad. No era menos
abundante la cantidad de uvas, melones y manzanas, que se hacían más estimables
por el rigor de la estación en la que se comían. Alrededor de este edificio
del Rincón había muchos naranjos y olivos con sus frutos.
Caminos medievales de peregrinación a Guadalupe
Desde este
lugar pasaron a la Venta de la Laguna,
que también es de los religiosos, desde donde se avistó a una legua otra “tapada” al pie de un monte, colocada en
un alto lugar llamado Puerto Llano,
con tres casas muy bien adornadas. Después de comer abundantemente y descansar
partieron para el Santuario de Guadalupe,
que distaba dos leguas. Como el camino era áspero y fragoso, con subidas y
bajadas, fue necesario allanarlo a fuerza de “picoens” y romper matas muy
espesas para facilitar el paso.
Puerto Llano en la Sierra de Belén (Cañamero-Alía)
La comitiva
finalmente llegó al célebre Santuario el 22 de diciembre, y estando a media
legua de él, salió a recibirlo el rey Felipe II, en una “praça” llamada de San Blás. Iba acompañado de ocho coches
y asistido por varios nobles, entre ellos el Duque de Alba.
Al llegar al atrio del Monasterio de Guadalupe, les esperaban seis religiosos con capas de brocado y sosteniendo los relicarios. Después asistieron los dos reyes y la comitiva a una función religiosa en la iglesia. Los aposentos en que se hospedó D. Sebastián estaban “preciosamente ornados”, con tapices bordados con plata y oro.
Al llegar al atrio del Monasterio de Guadalupe, les esperaban seis religiosos con capas de brocado y sosteniendo los relicarios. Después asistieron los dos reyes y la comitiva a una función religiosa en la iglesia. Los aposentos en que se hospedó D. Sebastián estaban “preciosamente ornados”, con tapices bordados con plata y oro.
Para
la víspera de Navidad se trajeron músicos de Toledo y de Plasencia, y
cantaron varios portugueses. Según el autor gustó tanto a los asistentes las
voces de los portugueses que pensaron que la música portuguesa era la “más armónica de todas las naciones”.
Después hubo otras ceremonias, incluida la misa de media noche y una procesión
por el claustro.
El Día de
Navidad el rey español invitó al portugués a una comida con 35
platos distintos entre calientes y fríos y después se intercambiaron regalos. Hubo días después
otras invitaciones de los portugueses a comer. En una de ellas había 36
cubiertos de plata para otros tantos convidados, y 190 platos de pescado y
marisco que causaron la admiración de los españoles porque parecía que
estuviesen recién pescados. Hubo también gran variedad de conservas y frutas
que desmentían la estación invernal en la que estaban, así como numerosos
dulces, “que abundan en Portugal por la
cantidad de azúcar que recibe de sus conquistas”. Lo que sobró del
banquete se dio al pueblo. El rey español sorprendido por la cantidad de
pescado dijo: “lo cierto es que el rey mi
sobrino es el Señor de los Mares”.
Rey Felipe II de España
Antes de
partir para Lisboa de nuevo, se
trataron los temas que habían llevado a Don Sebastián a Guadalupe: Felipe II
prometía la mano de su hija la infanta Isabel al rey portugués y la concesión
de 50 galeras y 5000 hombres para luchar contra los musulmanes.
Finalmente
cada uno salió para su corte el 3 de enero. El camino de vuelta del rey portugués fue el mismo que hizo cuando llegó a
Guadalupe. Pero esta vez incluyó un “un
combate de toros” que le tenía preparado el Conde de Medellín en su plaza.
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