El fortín árabe de Qunaytarat Balá (Belalcázar).
En la revista de El Miliario Extravagante, nº 55, de Marzo de 1996, página 15 y siguientes, publiqué un amplio artículo sobre la ubicación de la ciudad bereber de Miknasa al Asnam en la población bajo-extremeña de Zalaméa de
Al Qunaytarat en árabe es un puente pequeño (Alconetara = Alcantarilla) levantado generalmente en un vado por donde atraviesa una calzada. Ha dado topónimos como el vado de Alconétar en el río Tajo, por donde pasa la calzada romana “Vía de
Balá o Balata en árabe es lo mismo que pavimento, luego estaríamos ante un puente romano de piedra y pavimentado.
En Belalcázar (Córdoba) tienen por patrona a
En Belalcázar
Lo primero que descubrí es que la ermita de Nuestra Señora de Alcantarilla se encuentra intramuros de un amplio recinto de épocas romana y musulmana por los abundantes restos cerámicos de estas dos culturas. Sólo faltaba descubrir el puente que determinó el topónimo actual.
Pregunté a los señores guardeses que cuidan aquel lugar y no supieron orientarme. Entonces, tuve que aplicar mis conocimientos geológicos y observé que un enorme filón de cuarzo cruzaba de orilla a orilla el río configurando en la margen izquierda un escarpado promontorio sobre el que se sitúa la ermita. El resto de las rocas de la zona son pizarras mas o menos blandas y por efecto de la meteorización se descomponen en arcillas. Por tanto, el puente no pudieron hacerlo los romanos sobre rocas tan deleznables como las arcillas y, la única posibilidad era que el filón de cuarzo hubiese sido utilizado como firme duro y suficientemente resistente para cimentar las obras del puente romano que yo buscaba.
Crucé el río por el actual puente de la carretera que une Monterrubio con Belalcázar y bajando por un pequeño escarpe me acerqué al río buscando algún indicio… y, ¡efectivamente!, los romanos sabían lo que hacían en materia de obras públicas, pues allí estaban esparcidos por el cauce del Zújar gran cantidad de sillares graníticos, algunos almohadillados, unos “in situ” formado los estribos del puente y otros dispersos (ver foto) por las avenidas del río y los hombres que los utilizaron para cimentar otro nuevo puente, en los años siguientes a la guerra civil, y que, no sabemos por qué causa, nunca llegó a funcionar .
Entre los enormes sillares observamos también argamasa ("opus caementicium") de cantos rodados de cuarzo y cal como cemento de unión.
No cabe duda, el paso del río Zújar estaba en el “oppidum” romano cuyo nombre latino no conocemos pero que los árabes llamaron "Qunaytarat", también en otros escritos aparece como Zuja-Bulá o Zuja-Balá, en alusión al puente de la calzada que cruzaba el vado del río.
Un ramal de esta calzada se dirigía hacia el “oppidum” de Belalcázar, donde hemos encontrado también cerámicas (sigilatas) romanas, y de allí a la ciudad de Solia, situada en el camino romano de Córdoba a Toledo. Otro ramal bajaba a Mellaria y por el río Guadiato llegaba hasta Córdoba.
Entalles realizados por los romanos en las pizarras del oppidum para el descenso de la calzada hasta el puente
Desde el “oppidum” de Alcantarilla subía la calzada por Monterrubio hasta Zalaméa de
Este camino estuvo en uso durante toda la época medieval pues las crónicas nos cuentan que fue aprovechado por el rey Fernando III El Santo cuando se dirigió a conquistar la ciudad de Córdoba.
El Rey San Fernando, en la primavera de 1236, tuvo que acudir urgentemente desde Benavente (León) hasta la ciudad de Córdoba, en socorro de sus caballeros encerrados por la morisma en el arrabal de la “Axarquía” cordobesa: "Estos osados caballeros fijosdalgos, et adalides et almogávares a caballo et de pie, ajuntáronse en Andujar, que era de cristianos, et ficieron su cabalgada contra Córdoba y cataron una noche de fuerte tiempo y oscura y ayudados por los castellanos de Martos, ganaron
Quedaban las tropas cristianas dueñas de casi todos los baluartes, pero sitiados por los musulmanes cordobeses, en su ayuda tuvo que acudir el Rey Fernando III el Santo. "Et el su camino fue éste: de Benavente enderezó para Çibdat Rodrigo, et de la Çibdat para el puente de Alcántara, pasó el Guadiana en la barca de Medelín, et de Medelín enderezó a Magacela et a Bienquerencia, que era de moros".
Fernando III armó su tienda en un campo, cerca de una fuente “cabo del castiello” de Benquerencia. El alcaide moro, que era “buen omne et caballero”, le llevó sus presentes, “pan et vino et carne et cebada”, y hablando con él el Rey le pidió el castillo, pero el moro se negó a entregarlo, prometiendo sumisión y vasallaje cuando volviese San Fernando de ganar Córdoba. El Rey Fernando llevaba sólo a “treinta pares de armas” iba con prisas y no quiso entretenerse en tomar el castillo de Benquerencia por la fuerza.
Al Rey Santo no le gustó aquella osada respuesta del astuto alcaide moro de Benquerencia, al que la comitiva real le parecía muy poca gente para tomar la populosa capital cordobesa, dando por hecho que no se llevaría a cabo tal hazaña y él conservaría para siempre este inexpugnable castillo.
El rey y sus caballeros siguieron la calzada romana de Medellín hacia Córdoba, y como los ríos iban muy crecidos por las abundantes lluvias pasaron el Zújar por el puente romano de Alcantarilla (“al Qunaytarat”), donde había otro castillo árabe controlando el vado del río, llamado en las crónicas de entonces “Hisn Zuja-bula o Zuja-bala”.
Continuó el Rey su camino por la calzada hacia la romana Mellaria (Cerro Masatrigo, Fuenteobejuna), por Dos Hermanas (Belmez) y por Daralbacar (Castillo de Vacar) hasta el puente de Alcolea, donde “fincó sus tiendas”.
Finalmente Córdoba cayó conquistada por los cristianos el 29 de Junio de 1236.