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LAS ROCAS DE EXTREMADURA COMO ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS Y ARTÍSTICOS
La estratégica situación geográfica de Extremadura, a caballo entre la Meseta del Duero y Sierra Morena, hicieron que diversas y sucesivas civilizaciones se asentaran en ella desde la más remota antigüedad. Pero es con los romanos cuando Extremadura entra en las páginas de la historia, al convertirse la ciudad de Emérita Augusta en una de las diez más importantes del Imperio y capital de la provincia romana de Lusitania.
La región fue posteriormente habitada por los visigodos y los árabes y, durante mucho tiempo, su territorio fue frontera de la Reconquista castellano-leonesa. Pero su edad de oro llegó realmente con el descubrimiento de América, al ser cuna de los más importantes conquistadores del Nuevo Mundo.Extremadura está plagada de monumentales pruebas de la habilidad constructiva de sus habitantes que labraron la historia tallando piedras y construyendo edificios que perduran, aquí y allá, donde sus hombres fueron. En este texto vamos a repasar la historia de las piedras con las que se han edificado los principales monumentos de Extremadura.
Al hablar de construcciones que han perdurado más de 2.000 años, debemos tener presente que en muchos casos lo que hoy vemos no suele ser lo que en su día se construyó, sino la resultante de multitud de procesos de destrucción, reconstrucción, aprovechamiento, adaptación y remodelación por las diferentes culturas y hechos históricos que han ido configurando el aspecto final de cada monumento en concreto.
Al igual que ocurre con otras regiones enclavadas dentro del Macizo Hespérico, el granito, la cuarcita y la pizarra son las piedras predominantes en la construcción de los edificios y monumentos. No obstante, los mármoles se han incluido en los programas municipales de numerosas construcciones, sobre todo en la Emerita romana y zonas cercanas a su área de influencia, habiendo sido utilizados como rocas ornamentales para la construcción de las partes nobles (pórticos, columnas, frisos, etc.), que exigían una más fina labra. Mármoles y calizas marmóreas de la Sierra de Alconera, del Cerro Carija de Mérida, de El Calerizo de Cáceres y de otros muchos yacimientos, sirvieron también para obtener la cal tan necesaria como aglomerante para morteros y hormigones de cantos rodados de las construcciones romanas.
Asimismo, en muchas zonas, las pizarras y grauvacas, toscamente dispuestas o bien unidas con argamasa, han constituido un elemento de construcción ampliamente empleado, aunque su extracción no ha implicado, hasta fechas recientes, la existencia de canteras más o menos estables, si no que se extrajeron de los lugares más próximos a las obras de fábrica.
Las rocas como soportes de la cultura primitiva extremeña:
Es a lo largo de la amplia etapa del Pleistoceno Medio, hace más de cien mil años, cuando los primeros pobladores de Extremadura tallan las rocas y minerales más duros de la región: sílex, cuarzos y cuarcitas, para obtener sus instrumentos de caza y defensa. Entre las variadas piezas líticas talladas destacan por su belleza las llamadas “bifaces”, verdaderas obras de arte con formas almendradas y de bordes cortantes. Son numerosos los hallazgos de “bifaces” de cuarcitas en las terrazas del Guadiana, Tajo, Alagón y Tiétar. También se han encontrado bue- nos ejemplares en las excavaciones de “Los Arenales” de Malpartida de Cáceres y en las cuevas cercanas de El Calerizo de Cáceres.
 Bifaz de cuarcita de las terrazas fluviales del Guadiana.
Bifaz de cuarcita de las terrazas fluviales del Guadiana.Museo Arqueológico de Badajoz
Durante el Paleolítico Superior, hace unos 25.000 años, fueron las lisas paredes de las calizas dolomíticas de la Cueva de Maltravieso, en El Calerizo de Cáceres, sobre las que aquellos primeros extremeños realizaron sus manifestaciones artísticas. Numerosas representaciones de manos (a las que curiosamente les falta el dedo meñique), animales, puntos y rayas, adornan estas rocas sobre las que los hombres, el tiempo y los fenómenos cársticos han dejado su huella indeleble.
Durante  el  Neolítico,  el  Calcolítico y  bien  entrada  la  Edad  del  Bronce,  las manifestaciones   pictóricas   se   realizan fundamentalmente  en  cuarcitas  armoricanas, se trata de abrigos rupestres de escasa profundidad donde sus visitantes realizan, con óxidos e hidróxidos de hierro  y  manganeso,  unas  pinturas  esquemáticas de estilizadas figuras humanas, animales,  puntos  y  rayas  rojizas  o  negras. Manifestaciones de este esquemático  arte  rupestre  las  encontramos,  por ejemplo, en las covachas cuarcíticas de los valles del Ruecas, Almonte e Ibor, en Las Villuercas, en la Sierra de Monfragüe y en la Sierra de Alange.
 Pinturas esquemáticas sobre las cuarcitas de Las Villuercas
Pinturas esquemáticas sobre las cuarcitas de Las VilluercasDe estas mismas épocas son también los  innumerables  grabados  esquemáticos  que  encontramos  en  las  pizarras  y grauvacas  aflorantes  en  Las  Hurdes  y de  otras  comarcas  extremeñas.  En  ocasiones estos grabados se encuentran en los  ortostatos  pizarrosos  y  de  areniscas de  los  monumentos  funerarios,  donde los primitivos extremeños dejaron representaciones  solares,  cazoletas,  rayados lineales, reticulados e ídolos, entre otras manifestaciones simbólicas rupestres.
De finales de la Edad del Bronce son muy  significativas  las  llamadas  estelas decoradas   extremeñas   o   del   suroeste peninsular,  de  naturaleza  pizarrosa,  de areniscas  o  en  granitos.  En  ellas  suelen grabarse  el cuerpo de un guerrero con todo su armamento y adornos  personales  de  prestigio:  escudo de escotadura, lanza, espada, casco, carro y caballos, espejo, fíbula, etc. La más conocida, por tener el honor de ser la primera descubierta en Solana de Cabañas, es la “estela del guerrero”, de naturaleza grauváquica, dada a conocer en 1898 por D. Mario Roso de Luna y que se guarda hoy en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Posteriormente se han encontrado numerosos ejemplares en otras localidades, destacando las de Torrejón el Rubio y las del valle del Zújar.
 Estela del Guerrero de Solana de Cabañas
Estela del Guerrero de Solana de CabañasMonumentos funerarios prehistóricos:
Las  primeras  manifestaciones  de  la habilidad  constructiva  de  los  primitivos habitantes de Extremadura son los megalitos, formados por  grandes piedras hincadas sin labrar que constituyen cámaras mortuorias o sepulcros. En general estas construcciones   se   realizaban   situando una  serie  de  grandes  planchas  verticales u  ortostatos  de  pizarras,  cuarcitas,  grauvacas, corneanas o granitos , sobre las que se apoyaban  otras losas horizontales formando  así  la  cámara,  que  luego  era cubierta por un túmulo circular u oval de tierra y piedras pequeñas.
De  estas  construcciones  existen  dos tipos principales: el dolmen simple que es  una  cámara  pequeña  y  circular  cubierta por un túmulo de rocas menudas y tierra, y el dolmen con corredor en el que se construye un pasillo rectangular o galería que da entrada a la gran cámara.
Dolmen de Valencia de Alcántara
 Extremadura, y en particular en su zona occidental, presenta un amplio número de  estas  construcciones  megalíticas.  En especial  es  destacable  el  conjunto  dolménico de Valencia de Alcántara, emparentado con otros similares del cercano Alentejo portugués, desde donde se su- pone que el fenómeno del megalitismo se propagó por la Península. Actualmente  se  conocen  unos  cincuenta  dólmenes  en  el  entorno  de Valencia  de Alcántara,  que  representan  la concentración de dólmenes más numerosa de la comunidad extremeña.
Extremadura, y en particular en su zona occidental, presenta un amplio número de  estas  construcciones  megalíticas.  En especial  es  destacable  el  conjunto  dolménico de Valencia de Alcántara, emparentado con otros similares del cercano Alentejo portugués, desde donde se su- pone que el fenómeno del megalitismo se propagó por la Península. Actualmente  se  conocen  unos  cincuenta  dólmenes  en  el  entorno  de Valencia  de Alcántara,  que  representan  la concentración de dólmenes más numerosa de la comunidad extremeña.Los dólmenes extremeños se localizan por lo general en elevaciones naturales o en las proximidades de cursos de agua, y casi siempre sobre la materia prima de la  que  fueron  construidos,  aunque  muchos  ortostatos  fueron  trasladados  grandes  distancias  desde  formaciones  geológicas  más  alejadas.  Existen  dólmenes de pizarras, de cuarcitas, de diabasas, de corneanas y de grauvacas, pero los más majestuosos están construidos con grandes losas de rocas graníticas.
Sin  duda  uno  de  estos  monumentos  megalíticos  más  impresionantes  y que  está  construido  con  enormes  losas de granito de la zona es el Dolmen del Lácara, que se localiza en las cercanías del  municipio  de  La  Nava  de  Santiago en  dirección  a  Aljucén y muy  cerca  de Mérida.
 Dolmen con corredor del  Lácara (Aljucén)
Dolmen con corredor del  Lácara (Aljucén)El  Dolmen  del  Lácara  se  encuentra en  una  hondonada  junto  al  río  Lácara y  se  compone  de  un  sepulcro  de  largo corredor,  que  en  su  día,  estuvo  cubierto  por  un  túmulo  elíptico  de  piedras  y tierra; la cámara conserva ocho grandes ortostatos de granito que la delimitan y la cubierta está prácticamente desaparecida.  El  corredor  se  encuentra  dividido en un vestíbulo y dos antecámaras cuya anchura  oscila  entre  los  dos  metros  y medio y los tres metros. Su finalidad era
funeraria  y  se  destinó  a  enterramientos colectivos  utilizándose  durante  el  Calcolítico y la Edad del Bronce. En las sucesivas  excavaciones  realizadas  se  han encontrado ajuares funerarios constituidos  por  vasijas  hechas  a  mano,  puntas de flechas de sílex y cristal de roca, fragmentos de puñales de sílex, cuentas de collar  de  calcedonias,  ídolos  placa  en mármol,  diorita  o  pizarra,  cuchillos  y puntas de lanza de cobre.
Los castros prerromanos extremeños:
Los  grandes  castros  u  “oppida”  extremeños  fueron  construidos  en  plena Edad del Hierro y perduraron hasta mediados del siglo I a.C., coincidiendo con la conquista y comienzos de la explotación romana del territorio. Estos recintos amurallados se adaptan a las exigencias del  terreno,  situándose  en  lugares  altos y  con  fáciles  defensas  naturales:  entre dos  ríos  que  confluyen  (Sansueña),  en meandros   encajados   (Castillejo   de   la Orden), en crestones cuarcíticos (Estena) o calcáreos (Valdecañas), o en batolitos elevados (El Berrocalillo).
Muralla del oppidum vettón de Sansueña
El   río   Guadiana   separaría,   “groso modo”,  a  los  poblados  extremeños  de la Edad del Hierro, perteneciendo a los pueblos lusitanos y vettones los situados al  Norte  y  a  los  célticos  y  túrdulos  los del  Sur  de  este  río.  En  todos  ellos  los elementos  constructivos  son  muy  parecidos.  Llaman  la  atención  sus  magníficos sistemas defensivos constituidos por una o dos murallas, fosos, torres, puertas acodadas, etc. En su interior se observan los restos derruidos de las edificaciones de la acrópolis y los recintos para el ganado. El muro perimetral así como todos los  elementos  defensivos  antes  citados están   construidos   con   los   materiales más resistentes y abundantes en la zona, pizarras, grauvacas y granitos, perfectamente encajados y superpuestos a “hueso” o a “soga y tizón”.Numerosos  son  los  recintos  amurallados  extremeños,  entre  ellos  destacamos por su interés el ”oppidum” vettón de Villasviejas del Tamuja (Botija) que, a juzgar por los restos de muralla conservados, en su mayoría derrumbes de más de dos metros de espesor, contó para su defensa con dos recintos situados a diferente cota. Aunque se han excavado recientemente algunas estructuras de habitación en el interior del “oppidum”, con interesantes hallazgos numismáticos, así como las tres necrópolis de incineración del poblado, es evidente que lo más llamativo del yacimiento son sus murallas.
La mayor parte de los grandes sillares graníticos  de  los  dos  recintos  de Villasviejas se trasladaron en los últimos siglos a otros lugares próximos para ser reutilizados; con ellos se construyó el muro de una presa abrevadero en la cercana finca de Las Golondrinas, así como un puente y otra presa para un molino harinero en el río Tamuja. Si se retornaran estos bloques  de  rocas  graníticas  de  nuevo  a  su sitio  de  procedencia  en  el  “oppidum”, se  podría  levantar  una  muralla  de  más de 8 m de altura y 2 m de espesor.
Sin  embargo  no  deja  de  ser  menos cierto  el  avanzado  grado  de  deterioro que  este  recinto  presenta,  permitiendo tan  sólo  en  algunos  lugares  puntuales reconocer la fábrica de sus paramentos, a  saber  un  frente  exterior  ejecutado  en granito con bloques prismáticos de buen tamaño, en no pocos casos bastante bien labrados así como colocados “a hueso”, relleno al interior con mampostería irregular y tierra. A día de hoy es imposible determinar las características del intradós de la muralla, es decir el paramento que cerrara por dentro la fortificación, al estar del todo terraplenado. No obstante es de suponer que tuviera unas características constructivas similares a las del extradós, si acaso, algo más tosca de ejecución según paralelismos con otros castros extremeños contemporáneos.
Históricamente  los  vestigios  de  Villasviejas del Tamuja han sido identificados  con  la  ciudad  vettona  de Tamusia, sin duda siguiendo la evidencia proporcionada  por  el  actual  hidrónimo Tamuja  y  por  sus  acuñaciones  de  monedas, ases de la serie del jinete ibérico con el epígrafe TAMUSIA. Todo indica que este“oppidum”  debió  tener  un  desarrollo muy dinámico basado en la explotación de  los  ricos  yacimientos filonianos  de galenas  argentíferas,  que  encajan  en  el complejo esquisto-pizarroso del entorno del batolito granítico de Plasenzuela.
De  rocas  graníticas  son  también  las numerosas  esculturas  zoomorfas  de  los verracos  (cerdos  o  jabalíes),  encontrados  tanto  en  los  alrededores  de Tamusia  como  en  otros  lugares  del  norte  de Extremadura y que se relacionan con la cultura   religioso-funeraria   del   pueblo céltico de los vettones.
Monumentos romanos en Extremadura:
Son multitud los restos de aquel imperio que aún se alzan, enhiestos, en la Comunidad de Extremadura. En muchos casos en un estado de conservación espectacular, en otros, desgraciadamente, casi nada queda de ellos o desaparecieron para siempre.
Como  ya se  ha  dicho,  el  granito  ha  venido  utilizándose  desde  la  prehistoria en  monumentos  funerarios,  defensivos, religiosos...,  tanto  por  sus  propiedades ornamentales como por su durabilidad, siendo símbolo inequívoco de majestuosidad y permanencia en el tiempo.
La Historia nos ha dejado excelentes ejemplos  de  la  utilización  del  granito como elemento fundamental de la construcción  de  obras  públicas  o  privadas monumentales, que aún siguen mostrando todo su esplendor, imperturbables al paso de los siglos.
 Teatro romano de Mérida. Detalle de las columnas realizadas con mármol negro veteado de Alconera
Teatro romano de Mérida. Detalle de las columnas realizadas con mármol negro veteado de AlconeraEn  Extremadura  el  uso  ancestral  de la  piedra  berroqueña  alcanza  su  mayor apogeo durante la dominación romana, época que marca un profundo desarrollo socioeconómico. Una bella muestra es el conjunto emeritense, cuya riqueza arqueológica, afortunadamente hasta hoy,  se  viene  recuperando  y  ha  dado motivos suficientes para que su conjunto monumental fuera declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en Diciembre de 1993.
Uno  de  los  factores  más  importantes que debió influir en el momento de elegir el definitivo emplazamiento de la ciudad romana de Emerita Augusta, fue sin duda que, en el sitio donde se situase,  se  dispusiera  de  rocas  apropiadas  y suficientes para las distintas construcciones,  y  efectivamente  en  las  proximidades de su ubicación se encuentran con facilidad,  además  de  granitos  de  diversas  facies  y  calidades,  los  mármoles  y cal del cerro Carija y las gravas cuarcíticas de los aluviales del río Guadiana. La gran  mayoría  de  los  granitos  utilizados en  Mérida  proceden  de  labores  cercanas  a  la  población,  fundamentalmente granitos, granodioritas, dioritas y gabros de  los  batolitos  situados  al  norte  de  la ciudad emeritense.
La ciudad romana de Emérita es pues un claro ejemplo del empleo de las rocas de los afloramientos más próximos en  la  construcción  de  los  edificios  y monumentos,  sobre  todo  en  los  siglos pasados,  cuando  el  transporte  con  carros desde lugares distantes era complicado.
Ciertamente,   del   conjunto   monumental  emeritense  es  el  teatro  romano el  monumento  más  significativo  y  universalmente  conocido,  su  construcción fue patrocinada por Marco Agripa, yerno del emperador Octavio Augusto. Su inauguración data del año 15 a.C. Tanto el teatro como el  anfiteatro romano de  Mérida  están  realizados  totalmente en  sillería  de  granito  perfectamente  labrada  y  trabajada,  tanto  en  sus  gradas como  en  los  arcos,  muros,  etc.  En  el escenario las columnas son de mármol negro veteado de Alconera, y se apoyan sobre un zócalo de argamasa recubierto de granito.
 Acueducto romano de Los Milagros.  Mérida
Acueducto romano de Los Milagros.  MéridaLos mármoles de Alconera en sus variedades blanco con ligeras vetas amarillentas y grises, gris y gris con manchas blancas o rojas, negro y rojo asalmonado con  textura  brechoide,  han  sido  utilizados ampliamente en la construcción de numerosos monumentos romanos de Mérida, junto con mármoles de coloración blanca  y  blanco  grisácea  procedentes del Cerro de Carija, situado al Noroeste de Mérida, así como con las cuarcitas de la Sierra de San Pedro, en el límite de las provincias de Cáceres y Badajoz.
Entre otras obras construidas con granito  se  pueden  citar  los  puentes  de  la calzada  romana  que  atraviesa  toda  Extremadura de sur a norte, la llamada hoy “Vía de la Plata”. Los puentes levantados en la entrada y salida de esta calzada a su  paso  por  Mérida,  sobre  el  río  Guadiana  y  el  arroyo  Albarregas,  son  unas de  las  construcciones  más  representativas de la época de Augusto, en las que se utilizaron rocas graníticas del batolito emeritense de “Los Baldíos”, al igual que  en  el  acueducto  de  Los  Milagros, construido también con aparejo alterno de ladrillo y granito y del que se conservan treinta y siete pilares.
La presa de la Albuhera o de Proserpina, situada a unos 7 km de Mérida, fue construida  también  con  sillares  graníticos por los romanos con el fin de abastecer de agua a la ciudad; esta presa, junto con la de Cornalbo, es una de las obras hidráulicas romanas más importantes de Extremadura. La presa embalsa las aguas del Arroyo de la Albuera y su estado de conservación actual es casi perfecto tras la    impermeabilización    recientemente realizada.
Conscientes ya los romanos de la importancia  de  disponer  de  buenos  pasos sobre el Guadiana, erigieron también en Medellín una de sus mejores realizaciones peninsulares en puentes. Su longitud se estima fue de unos cuatrocientos metros, con un total de 28 arcos de entre 10 y 12 m. de luz y sólidos estribos, siendo toda  su  fábrica  de  sillares  regulares  de granito. La obra quedó destruida durante  la  Edad  Media,  aprovechándose  sus materiales para levantar otro en su sustitución. Parte de sus cimientos originales son apreciables todavía junto al actual, sobre la orilla izquierda del Guadiana.
El  puente  de  Alcántara,  construido sobre  el  río Tajo  por  el  arquitecto  Caio Julio Lacer en el siglo I d.C., bajo el gobierno del emperador Trajano y sufragado por varias civitates de la zona, es otro bello ejemplo de ingeniería romana realizado con granitos. Este  espectacular  puente  (“al-Kantara al Saif” para los árabes), que salva el cañón  del Tajo  tiene  58,20  m  de  altura sobre el nivel de sus aguas y 194 m de longitud. Consta de seis arcos sostenidos por cinco pilas; las dos pilas centrales se apoyan sobre las formaciones pizarrosas del lecho del río. Fue ejecutado también con  sillares  de  granito  y  resistió  imperturbable el paso de las grandes avenidas del Tajo y de las inclemencias meteorológicas casi 2.000 años, pero sucumbió ante las guerras. El puente debió permanecer intacto hasta el siglo XIII, época en que  el  avance  de  la  Reconquista  le  infringió los primeros daños. Reparado en tiempos de Carlos I, volvió a sufrir daños en el siglo XVIII como consecuencia de las guerras entre España y Portugal, que en  esta  ocasión  se  repararon  en  tiempos  de  Carlos  III.  En  1809,  durante  la Guerra de la Independencia, los aliados destruyeron el segundo arco de la orilla derecha con objeto de evitar el paso de los franceses. La reconstrucción definitiva se llevó a cabo a mediados del siglo XIX. En la actualidad, sigue soportando el paso de los vehículos pesados que circulan por la carretera de Alcántara hacia Portugal. La  calzada  romana del  puente  de  Alcántara unía Norba Caesarina (Cáceres) con Egitania  (Idanha-a-Velha) y Bracara Augusta (Braga).  A  su  paso  por el río Eljas los romanos levantaron otro puente,  el  de  Segura,  de  características arquitectónicas muy parecidas al de Alcántara.
Puente romano de Alcántara sobre el río Tajo
Otra  obra  en  granito  es  el  puente romano  de  Alconétar,  también  sobre el Tajo,  probablemente  de  la  época  de Trajano o de Adriano, a comienzos del siglo II; a través de él la Vía de La Plata salvaba el Tajo en su camino hacia Salamanca y Astorga.De lo que queda del puente se deduce  su  sólida  construcción  con  un  recubrimiento de sillares de granito dispuestos “a hueso” que conformaba el molde en el que se fraguó el hormigón del inte- rior. Existe en su núcleo un refuerzo que une los laterales, también de sillería de granito, en forma de cruz y formando así unas  series  de  huecos  prismáticos  que se rellenaron de hormigón (“oppus caementicium”),  en  tongadas  de  hasta  dos y  cuatro  hiladas.  El  sillar  de  granito  es muy regular y tiene forma almohadillada, salvo los bloques que lindan con las cornisas. Su disposición fue la de “soga y  tizón”  con  una  cadencia  general  de una hilada a soga y otra a tizón.
Los  restos  de  lo  que  fue  la  próspera mansión  romana  de  “Turmulus”  y  después poblado medieval, en las crónicas llamado  “al-Qunaytarat  Mahmud”,  luego  fortaleza  templaria,  quedaron  bajo las   aguas   del   pantano   de   Alcántara. Pero, a comienzos de los años setenta de la pasada centuria, para salvar el puente de las aguas del embalse, lo trasladaron piedra  a  piedra  a  su  actual  ubicación junto  al  cruce  de  la  N-630  con  la  carretera que lleva a Coria. En un extremo del puente estaba la fortaleza medieval de “al-Qunaytarat” reedificada sobre un reducto de defensa romano y que todavía  se  conserva  en  su  lugar  como  torre templaria llamada de Floripes, construida con sillares graníticos romanos reutilizados. La torre y su leyenda emerge a duras penas en las aguas del embalse de Alcántara.
Otra impresionante muestra de la ingeniería romana en granito son las murallas  de  Coria,  levantadas  durante  el Bajo  Imperio  Romano,  entre  los  siglos IV y V. El empleo en su construcción de materiales más antiguos reaprovechados pero también romanos, como estelas funerarias, delata su creación algo tardía. La muralla es un magnífico ejemplo de la  arquitectura  militar  romana  y  se  encuentra en un excelente estado de conservación, aunque ha registrado diversas obras de reforma y algunos de sus lienzos  han  quedado  ocultos  tras  algunas construcciones  más  modernas.  Las  mayores transformaciones datan de finales de  la  Edad  Media,  aunque  los  avatares de las guerras y devastaciones de las que fueron testigo han contribuido más a su mejora que a su ruina. Los muros están construidos  con  sillería  de  granito  bien escuadrada, en disposición a “soga y tizón”. En la mayor parte de su recorrido se pueden apreciar los recrecidos realizados en el siglo XVII en el transcurso de las guerras con Portugal; en este caso el material empleado es mampostería menuda y lajas de pizarra.
Las Ventas  de  Cáparra  fueron  abandonadas  poco  después  de  1700  y  se asentaron sobre la antigua ciudad romana de Capera. De ella queda su foro con un majestuoso arco tetrapylo erigido con sillares de granito bajo el cuál pasaba la calzada romana de la “Vía de la Plata”.
 Arco cuadrifronte de Cáparra
Arco cuadrifronte de CáparraEl  citado  arco  tetrapylo  o cuadrifronte de  Cáparra  está internamente  recubierto  por  una  bóveda de aristas de piedra granítica talladas de forma peculiar, ya que las aristas están  constituidas  por  sillares  de  formas caprichosas  con  numerosos  planos  que encajan  perfectamente.  Este  detalle  innecesario  desde  el  punto  de  constructivo implica un elevado grado de especialización del trabajo de cantería de la época.  Próximos  se  encuentran  sendos puentes sobre el Ambroz y el templo de la  Jarilla  (dedicado  a  las  Ninfas),  todos ellos  coetáneos  al municipio  romano  y construidos con aparejo de sillares graníticos.
La construcción de la calzada romana  “Vía  de  la  Plata”  que  unía  Mérida con  Astorga,  y  se  prolongaba  hacia  el sur,  hasta  Itálica  e  Hispalis  (Sevilla),  en algunos  tramos,  presenta  unos  6  m  de anchura, con paramentos externos o bordillos de sillares de granito regularmente tallados y perfectamente alineados, que encierran un núcleo apisonado de duras piedras  menudas,  generalmente  cantos de  cuarzos  y  cuarcitas,  sobre  el  que  se vertieron, como capa de rodadura, arenas graníticas (jabre) o gravillas cuarcíticas para hacerla más cómoda, rápida y segura al paso de los carruajes y de los animales de tiro y carga.
Son  frecuentes  los  hallazgos,  a  lo largo de la “Vía de la Plata”, de marcos miliarios,  (hitos  cilíndricos  de  granito  con base  cúbica,  de  0,55  m  de  diámetro  y cerca de 1,70 m de altura, que señalaban las distancias en las calzadas romanas).  Estaban  colocados  en  cada  milla (1480 m) respecto de su origen situado, en este caso, en el foro de la ciudad de Mérida.  Tallados  y  grabados  también en  duras  rocas  graníticas  han  servido de  mojones  o  “marcos”  que  indicaban no solo las distancias sino también bajo qué  emperador  se  ejecutó  la  construcción o reforma del tramo, los límites jurisdiccionales y de diócesis en la Edad Media, etc.
 Miliario de la Vía de la Plata (La Granja)
Miliario de la Vía de la Plata (La Granja)La Extremadura de las ciudades-monumento:
Cáceres,  Trujillo,  Plasencia,  Alcántara, Brozas..., pueden citarse como ciudades en las que la mayoría de sus construcciones   “históricas”   se   encuentran realizadas con granitos y cuarcitas.
Cáceres,  la  capital  de  la  Alta  Extremadura,  se  puede  considerar  una  reliquia  histórica,  con  sus  recoletas  calles estrechas   sembradas   de   monumentos de  piedra.  Su  barrio  antiguo,  flanqueado por murallas de la época musulmana con imponentes torres vigía, conjuga en singular armonía monumentos e iglesias medievales con palacios renacentistas.
En reconocimiento a la belleza y estado de conservación del recinto histórico artístico de la ciudad de Cáceres, el 23 de noviembre de 1986, la comisión de Patrimonio de la UNESCO acordó incluir  en  la  lista  del  Patrimonio  Cultural de la Humanidad a la Ciudad Histórica y Monumental de Cáceres como “Ciudad Patrimonio  de  la  Humanidad”.  El  conjunto  monumental  que  alberga  fue  argumento indiscutible para respaldar este nombramiento. Su muralla almohade de tapial  y  las  edificaciones  de  piedra,  de incalculable  valor  histórico  y  arquitectónico, hacen de esta ciudad un retrato vivo de los siglos XIV al XVII como dejan patente sus casas fuertes, palacios y edificios religiosos.
Los  edificios  históricos  de  Cáceres, entre los que se pueden citar los cimientos de la muralla de la colonia romana de Norba Caesarina, así como prácticamente la totalidad de los palacios de la ciudad antigua, el palacio de los Golfines,  la  casa  de  los  Carvajal,  el  palacio de  los  Marqueses  de  la  Isla,  la  casa  de los  Solís,  el  palacio  de  Mayoralgo  o  el palacio  de  Moctezuma,  entre  otros,  en menor o mayor proporción, están constituidos con granitos procedentes principalmente  de  las  canteras  próximas  del Batolito  de Araya,  donde  aún  se  observan labores sin terminar y zonas señaladas para seguir los arranques.
Trujillo,   la   antiquísima   Turgalium, que  a  modo  de  fortaleza  sobre  un  inmenso   batolito   de   granito   fue   hogar de   vettones,   romanos,   musulmanes   y cristianos,   así   como   ciudad   natal   de numerosos  conquistadores  y  descubridores  como  los  Pizarro  y  Francisco  de Orellana.  Su  Plaza  Mayor  porticada,  el castillo árabe que la domina, palacios e iglesias, así como la antigua muralla que aún conserva cuatro de las siete puertas de entrada a la ciudad, son muestras de su gran monumentalidad. En Trujillo lógicamente los materiales utilizados proceden prácticamente en su totalidad del macizo granítico sobre el que se asienta la ciudad.   Son   mayoritariamente   granitos  de  dos  micas  y  leucogranitos  de coloración  blanco  amarillenta.  La  Plaza  Mayor,  con  el  palacio  de Vargas,  la iglesia de San Martín, el palacio de los Pizarro y demás monumentos, constituye un buen ejemplo. Los suelos de esta plaza, la fuente y el pedestal de la estatua de Pizarro están realizados también con bloques graníticos.
 En la ciudad de Badajoz, los núcleos de extracción de materiales graníticos hay que buscarlos en los macizos de Mérida, Barcarrota, Olivenza y Villar del Rey; la iglesia de la Soledad, de Santo Domingo, el convento de las Clarisas Descalzas, la casa  de  los  Morales  son  monumentos construidos en una gran parte con materiales graníticos. La torre de la Catedral de Badajoz está realizada con sillares de granito y mampostería de ladrillo.
En la ciudad de Badajoz, los núcleos de extracción de materiales graníticos hay que buscarlos en los macizos de Mérida, Barcarrota, Olivenza y Villar del Rey; la iglesia de la Soledad, de Santo Domingo, el convento de las Clarisas Descalzas, la casa  de  los  Morales  son  monumentos construidos en una gran parte con materiales graníticos. La torre de la Catedral de Badajoz está realizada con sillares de granito y mampostería de ladrillo.
Plaza Mayor de Trujillo 
 En la ciudad de Badajoz, los núcleos de extracción de materiales graníticos hay que buscarlos en los macizos de Mérida, Barcarrota, Olivenza y Villar del Rey; la iglesia de la Soledad, de Santo Domingo, el convento de las Clarisas Descalzas, la casa  de  los  Morales  son  monumentos construidos en una gran parte con materiales graníticos. La torre de la Catedral de Badajoz está realizada con sillares de granito y mampostería de ladrillo.
En la ciudad de Badajoz, los núcleos de extracción de materiales graníticos hay que buscarlos en los macizos de Mérida, Barcarrota, Olivenza y Villar del Rey; la iglesia de la Soledad, de Santo Domingo, el convento de las Clarisas Descalzas, la casa  de  los  Morales  son  monumentos construidos en una gran parte con materiales graníticos. La torre de la Catedral de Badajoz está realizada con sillares de granito y mampostería de ladrillo.Los mármoles de Alconera han suministrado también material a varios monumentos de Zafra, Jerez de los Caballeros, así como de Sevilla e Itálica. Un ejemplo de ello lo constituye el Palacio de los Duques de Feria en Zafra, en los que toda la columnata,  escaleras  y  suelos  del  patio interior  están  realizados  con  mármoles blancos veteados de esta zona.
En la construcción de la muralla y catedral de Plasencia se utilizaron los granitos autóctonos de la zona. Para los sillares se explotó un granito homogéneo de grano fino mientras que para la ornamentación de los elementos decorativos se empleó un leucogranito aplítico muy deleznable.
Estas   rocas   graníticas   siempre   se utilizaron   como   piedras   de   cantería en  puentes,  castillos,  casas  solariegas, iglesias,  etc.,  pero  nunca  como  rocas ornamentales  pulimentadas  sino  hasta fechas  muy  recientes.  Materiales  rocosos  menos  “nobles”  han  sido,  como  se ha  apuntado  anteriormente,  utilizados en la construcción de diversas obras públicas  y  privadas,  generalmente  gracias a  su  proximidad  a  las  construcciones, como  las  calizas  marmóreas  próximas a  Badajoz  con  las  que  se  construyó  el talud exterior del baluarte de la ciudad, o como las cuarcitas y areniscas del monumental  monasterio  mudéjar  de  Guadalupe, procedentes de las sierras de Las Villuercas, o como las pizarras negras de las alquerías hurdanas.
Sería imposible en este breve trabajo introductorio hacer un inventario detallado de todos los materiales utilizados en la construcción de las viviendas y en los monumentos de las ciudades y pueblos de Extremadura dado el amplísimo repertorio de obras maestras con que cuenta la región. Para conocerlas se sugiere al lector que recorra las comarcas extremeñas, sin duda en su periplo quedará maravillado por la belleza y singularidad de sus pueblos, monumentos, ciudades o de sus paisajes rocosos.
 El castillo árabe y el pueblo de Capilla situados sobre un potente crestón de cuarcitas
El castillo árabe y el pueblo de Capilla situados sobre un potente crestón de cuarcitas

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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