31 de julio de 2009

POR EL CAMINO ROMANO DE EMERITA A SALMANTICA

Relatos de nuestro buen amigo Salvador Calvo Muñoz



1. LA ENTRADA EN NORBA

El primer ejido, al terminarse la calle Océano Atlántico, del llamado polígono de la Charca Musia, es un inefable espectáculo de desolación y desidia. Pobrecito campo inmediato de la urbe, tan de continuo sometido a tanto olvido. Por doquier, papeles y bolsas de plástico que deambulan movidos por el viento. Qué lamentable visión de abandono y despreocupación.
Por allí, ¡qué van a ir!, no aparecen los servicios de limpieza ni por asomo. ¡Si aquello no será ni siquiera casco urbano! Tal vez sea un asiento, una senara, una fanega, con su dueño y todo, claro está. Ni valla, aun de alambre, controla el dominio tan dejado de la mano de Dios. Tal vez ni eso: Cosa rara hoy en estas tierras aledañas, tan sugestivas para la especulación y todo ese pandemonium de urbanismos, catalogaciones y otros avernos. Dios dirá.
Bien, pues ahí, en la primera tierra que muestra presencia de hierba silvestre, un cubo de cemento con un cuadrado amarillo en relieve indica que por allí va la Vía de la Plata. Eso es todo. Lo demás será a voluntad del estupefacto visitante, peregrino de las huellas nobles del pasado histórico. Un cubo gris con un cuadrado amarillo. “Por aquí iba la calzada Delapidata, amigo”, parece decir el pobre cubo inerte. Itinerarium mentis in Deo.


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2. DELAPIDATA EN SAN FRANCISCO

Tras el maremagnum de industrias, naves, talleres y el fárrago laborioso de la Charca Musia, la Ronda de San Francisco. El peregrino pierde, en el caos del tráfico y las direcciones para automóviles, el derrotero de sus pasos trémulos y confusos. De repente, después de haber inquirido en los aledaños de la gasolinera, par del apurado tránsito, encuentra una indicación y una señal: Ronda de San Francisco, y una flecha amarilla en un poste de cemento, erguido desde una lamentable estructura de ladrillos.
“Sigue esta vía, peregrino; aquí, bajo ella, y luego paralela, va la Delapidata, sometida a todas las ignorancias y vejaciones posibles; pero por aquí llegarás a Qazris, y más adelante, con un poco de suerte tal vez entres en Norba Intramuros por el Arco del Cristo”.
El viajero del camino mozárabe va por la Ronda franciscana, instituciones, hospitales, colegios (bajo ellos la huella de Roma), hasta que, tal vez, deleite sus ojos en la contemplación del conventual cargado de tanta historia. De repente, una rotonda de tráfico y las huellas de un puente. Alabamuste, Domine, et glorificabimus tibi.


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3. LA LÁPIDA ROMANA

“Q (intus)POMPONIUS POTENTINUS
SER (gia tribus) H (ic) S (itus) E (st)
G (aius) POMPONIUS POTENTINUS
M (iles) COHOR(tis) III PRAET(orianae)
TEST(amentum) FIERI IUSSIT”.


Una lápida. Un breve y apenas perceptible temblor en la mano delata la emoción que el visitante experimenta cuando pasa la yema de sus dedos por la piedra fría, en la que el cantero escribió los nombres de aquellos dos soldados. Quinto y Gaio. Desde la eternidad subterránea y paralela a la Vía Delapidata, los legionarios romanos contemplan la sucesión ineluctable de años que han ido transformando Norba en el actual Cáceres. Está allá, en el Museo Arqueológico y la reverenciamos todos los que nos sentimos herederos de aquel pueblo hispano-romano, que nos configuró la identidad histórica. Sic transit gloria mundi.


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4. LA PUERTA DE ENTRADA

Los sabios dicen que esta puerta romana estuvo ubicada en otro lugar de la Quebrada. Si la Delapidata llegaba por lo que hoy llamamos Ronda de San Francisco, costaneaba luego en torno Intramuros, pasaba junto a la puerta del Arco (El Arco del Cristo) y circundaba la vieja muralla. Cuando el godo, o el germánico que fuese, hizo tabula rasa y lo dejó todo en polvo, ceniza, huellas y nada, luego, el viejo arco estaba ya en sitio cercano al hodierno. Cuestión sería que el peregrino mozárabe, una vez levantada la muralla por el agareno, siguiese Caleros extramuros hacia Sancti Yagüe, o por el dicho adarve del Cristo saliere de Intramuros por la Puerta de Coria para dejarse caer hacia el templo de la orden de los Fratres del Espada.
De Santi Iacobe, ¿por la que hoy llamamos de Sande?, hasta el Campo Santo, rozando San Blas bendito. Y luego, con el tiralíneas de un ingeniero romano, una recta perfecta hasta el Casar (Qzr). Pax romana vobiscum.


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5. EL PEREGRINO DE PIEDRA

El chápiro con vieira, la calabaza y el bastón de caminante. Santiago de los Caballeros del Espada, los que murieron luchando contra el moro en la Buraca o Bujaco. Santi Iacobe.
Sant Yago extramuros. ¿Quién dijo que el camino entraba en Hispania por Roncesvalles y Somport, se juntaba en Puente la Reina y cruzaba el norte de la Meseta hasta el Campus Stellae?...Pues dijo bien, pero tal vez olvidó el camino desde Emérita Augusta hasta Artúrica, el camino mozárabe sobre la Vía de la Plata, la empedrada, la Delapidata al fin y al cabo.
El camino de Santiago con sus derroteros, albergues y acreditaciones. ¿Dónde están las “mansio” como Dios manda? ¿Quién se ocupa del peregrino cuando llega al final de cada etapa? ¿Cuándo se va a organizar este futuro que nos está pidiendo a voces silentes la atención que necesita?
Mirad al peregrino de piedra, cobijado en el apuntado arco gótico de cantería. Santiago de los Fratres.


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6. CORDEL DE MERINAS

Por las tapias traseras del cementerio (¡Ay dolorosa memoria!) una amplia y nueva avenida se desliza hacia poniente, y luego se deja caer, en suave inclinación, hasta el trazado de la Ronda Norte.
La autoridad ha tenido el fino acuerdo de bautizarla con ese sugestivo nombre de aires pastoriles de antaño. La Mesta, los rebaños, los mastines, los rabadanes. ¿Acaso coincidía el cordel con la calzada romana hasta la cañada más próxima? Tanto nos da.
Lo cierto es que si fue cordel de merinas, camino de pastoreo y senda de trujimanes, antes había sido, y lo era entonces, calzada romana; nada menos que la Vía Delapidata y luego camino mozárabe de Santiago Apóstol Matamoros.
El afán de nuestro amigo J.G.M. y el buen juicio de un arquitecto han salvado el trazo, o trazado, de la secular calzada, del camino compostelano, del cordel de merinas; y aún podemos, más que sentirlo, presentirlo entre las colmenas de edificios nuevos y relucientes. ¿Sabrán tantos cacereños de nueva hornada que por allí pasaron los pretorianos de Agrippa y la Legio VII Gémina camino de las guerras del norte? ¿Oirán si no, los balidos de las merinas y los silbidos de los pastores?
Laus Deo.


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7. LOS MUELOS

Entre QAZRIS y CASAR (QSR), los Muelos. La llanura de estepa, el páramo refulgente, azotado por vientos solanos y gallegos, chajuanes de sol y heladas esmorecedoras.
Para moler la mies, los muelos; es decir, aquellas piedras cilíndricas que aplastaban las espigas en la parva de la era. ¿Qué piedras, qué muelos?...Los viejos miliarios romanos.
Llanos avutarderos, cruzados a veces por el sisón y la ganga. En la ladera suave anida la pareja de patirrojas y en un ribazo pastueño la rabona se encama en su yacija.
Si el caminante se empeña, y con el asesoramiento del experto, podrá entrever el trazado de la calzada “delapidata”, sometida, en tantos años, a toda suerte de vejaciones y agresiones.
Desde las capas más profundas, con sus piedras gordas, hasta el encachado y la capa de jabre, todos fueron soliviantados y machacados por las rejas de los arados y las vertederas.
El peregrino, arriesgando su camino, avanza carretera adelante, ignorante de que si pudiese ser, podría ir por los pasos romanos trazados aún en los Muelos.
Itinerarius mentis in Deo.


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8. ITER AB EMERITA ASTURICAM

Miradla, con sus cunetas, y cuando los veneros incordian, con sus alcantarillas y sus puentes. A tramos, aflora hermosa y nos embebe con su enigmática presencia. Hay una urdimbre de legiones, cohortes, con aquel latín vulgar…Seis metros de anchura, veinte pies, la distancia apropiada para que se crucen dos carros, o para que avancen, a paso ligero, los romanos que han venido “a fundarnos la patria” (sic Borges). Esos mismos que han traído la lengua, el derecho, la razón, y la religión cristiana.
Y todavía a algunos les parece poco. Sin embargo, vedla, abandonada, olvidada, ofendida y herida por la insensatez y la ignorancia. ¡Hasta cuándo tanto imperdonable olvido!
Ella es la vena, o la arteria, que mantuvo el flujo, el trajín, el incesante ir y venir durante diecinueve siglos en el occidente peninsular. Ella es la que ahora mantiene la ilusión viajera de un número creciente de andariegos peregrinos que la frecuentan, la reaniman y reviven. ¿No merece nuestro afán y nuestro reconocimiento?....Es la Vía de la Plata.


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9. EL PEREGRINO ALEMÁN

Había salido de Norba al alba, y pensaba pernoctar en la “mansio” de Turmulus, cabe el Tajo, para luego seguir ascendiendo camino de Rusticiana, Cáparra, etc. Nos dijo que llegaría a Santiago a mediados de junio, si los hados le eran favorables.
Alemán, de setenta años, nada más y nada menos. Saludable como un roble. Venía caminando desde el profundo sur de la sierra de Grazalema y Ubrique. Qué humanidad, qué fortaleza y qué entereza.
¿Qué misteriosa llamada emana desde la calzada romana y que oyen tantos peregrinos extranjeros? ¿Qué bulle en sus pensamientos durante tantas horas, jornadas, semanas en las que, con su soledad a cuestas, transitan los caminos de la Historia?
¿Cómo es que vienen, desde tan lejos, para hacer este Camino de Santiago en el occidente ibérico, tan mal señalado, tan descuidado y, casi nos atreveríamos a decir, tan hostil?
Marchaba con su vieira compostelana en el petate, y un vigor ilusionado que nos dejaba yertos de envidia. Algún día, alguno de nuestros rectores se fijará en la importancia creciente que adquiere, día tras día, esta fuente de turismo cultural.
Ora pro nobis, frater germanicus.



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10. EL CEMENTERIO DE MARCOS-MILIARIOS

Marcos miliarios. El expolio y el maltrato que se ha dado a estos pobres y sufridos testigos de la Historia, tiene muchos nombres: vergüenza, laceria, desconsideración…
Unos adornan patios y jardines privados; otros duermen aprisionados en paredes; esos, soterrados, son ignorados y dados por perdidos; aquellos han sobrevivido, si no mutilados, a la intemperie y arrejuntados en cementerios como el de la foto.
Están más cerca de lo que creéis. ¿Por qué a la autoridad no se la ha ocurrido nunca usarlos, aunque fuese, para marcar el verdadero trazado de la calzada?
Llegan desde Emerita y van camino de Salmantica. ¿No podrían estos, y tantos otros, ayudar a los peregrinos e indicarles los auténticos y certeros derroteros de sus pasos? Sucede que esos cubos grises, con el cuadradito amarillo, o verde, o ambos, a veces no se ven. Hay parajes en los que los peregrinos presumen el lugar en que se encuentran, pero no ven nada. Unos miliarios les consolarían su soledad y desamparo. Sin dudarlo.
¿Qué fue del marco miliario, cerca del Marco, que descubrió nuestro amigo Juan Gil Montes en las traseras de Pedrillas? ¿Dónde están las piedras de moler de los Muelos?
Tantos conocimientos, tantas posibilidades…y tanta desidia. ¡Vae victis!



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11. LA CHARCA DEL MARCO

Un zonche. Una charqueta. Una laguneja. Un changuatal, bodonal o bohonal. Seguramente hay mil vocablos en nuestro perseguido y vilipendiado idioma que designen un lugar con agua. El gran cuenco subterráneo del Calerizo asoma sus aguas por ese punto, o asomaba, que yo ya no sé qué es lo que pasa. Últimamente el lugar parece un charco infecto en el que no bebería ni la fauna más miserable y desgraciada. Nada menos que la Fuente del Rey. El regio manantío que tantos miles de millones metros cúbicos de agua magnífica ha suministrado a los habitantes de Norba. Qué habrá pasado para llegar a semejante estado de postración. Tanto, tanto fue el cántaro a la fuente. Casas y más casas, industrias, carreteras, vertidos… El marco. El marco miliario. Se llama así por que allí había un miliario romano. El número tal, que yo no sé cuál, pero Juan Gil seguro que sí. Y qué fue de él. Averigua. ¿Qué fue de aquel otro que estaba arrumbado bajo unos cascotes unos metros más abajo, detrás de la Casa Pedrilla, y que descubrió nuestro amigo? Averigua. Vamos a recuperar la Ribera del Marco ¿verdad? Empecemos por el mismo Marco, pues.

© Copyright JUAN GIL MONTES 2009