17 de junio de 2011

HORNOS DE LA CALERA

Los orígenes de esta pequeña población se deben a las canteras y hornos para la obteción de cal que se encuentran en sus alrededores y que fueron utilizados en distintas épocas, sobre todo surtieron de cal durante la construcción del cercano Monasterio de Guadalupe del siglo XIV.
Localización y accesos:
La Calera, pedanía de la localidad de Alía, se encuentra en el extremo sureste de la provincia de Cáceres, a los pies de la Sierra del Hospital del Obispo y la Sierra Palomera. Se accede por una carretera local de unos 10 Km. que parte al norte del casco urbano de Alía. A poco más de un kilómetro al oeste nos encontramos cuatro hornos cilindricos en medio de la cantera que los alimentó.
Se mantienen en pié unos seis hornos en distintos estados de conservación. En el siguiente mapa se han situado estos hornos, así como las correspondientes canteras en rocas calizas.

Los hornos se localizan en dos grupos, el primero de ellos en las cercanías del pueblo, tomando el camino de Navalvillar de Ibor, y el segundo grupo está mucho más apartado del pueblo, como se puede ver en el mapa de situación.
El primer grupo de hornos, está formado por tres hornos, uno de ellos prácticamente destruido y un cuarto horno que se encuentra separado de estos tres primeros.
El segundo grupo de hornos, el más alejado, también se conserva en relativo buen estado y al igual que el grupo anterior las canteras de extracción de rocas calcáreas también están situadas junto a ellos.

Coordenadas de los hornos:
Grupo 1:
39º 30’ 43.51’’N_ 5º 15’ 39.48’’W

Grupo 2: 39º 29’ 53.85’’N_ 5º 12’ 42.33’’W
Grado de dificultad: Bajo, pues a todos los hornos y a sus respectivas canteras podremos llegar a través de buenos caminos, en vehículos todo terreno, a pie o en bicicletas. Hay que tratar de no subirse sobre las paredes de los hornos, ni en los desmontes de las canteras, pues corremos el riesgo de producir peligrosos derrumbamientos o desprendimientos de piedras.
Horno para la obtención de cal en La Calera
Descripción geológica:
Desde un punto de vista estructural, estos afloramientos calcáreos se encuentran localizados en los flancos del gran Anticlinal del Ibor-Guadalupe, hoy totalmente desmantelado por la erosión, en tramos o niveles de aspecto masivo y poca potencia, desconectados unos de otros con forma "arrosariada" y que originan pequeños resaltes por erosión diferencial al tener estas rocas carbonatadas mayor dureza que las pizarras y calcoesquistos circundantes.

Por su origen, se trata de depósitos orgánicos o bioquímicos de algas planas y estromatolitos, formados en ambientes marinos poco profundos
de edad Ediacárico (Precámbrico-Cámbrico, 550 m.a.). Estratigráficamente, se localizan dentro del llamado "Grupo Ibor", cuyo dominio se encuentra sobre el "Complejo Esquisto-Grauváquico" perteneciente al Precámbrico , que se extiende por los alrededores del pueblo de Alía, y por debajo de los materiales paleozoicos de las cuarcitas armoricanas que conforman los flancos del Sinclinal del Guadarranque.
Los primeros fósiles de algas planas del Ediacárico (540 m.a.)
Objetivos de la visita:
Veremos las canteras que se encuentran junto a los hornos, donde se extraen las rocas calcáreas (calizas y dolomías masivas y recristalizadas), constituídas por carbonatos de calcio y magnesio; las potencias del frente de extracción de estas canteras, que varían desde la base hasta unos tres metros de altura y unos 25 m. de longitud, abarcando la superficie más amplia de estas rocas casi los 100 m2.
Las dimensiones de los hornos son casi uniformes, con unos dos metros y medio de diámetro y unos 3- 3,5 m. de altura. Se explicará a la vista de los hornos el proceso de fabricación de la cal, (ver croquis). En ellos se introducían las piedras calizas (Carbonato de Calcio, Ca.CO3) colocadas sobre un lecho vegetal de leña de encina, se encendía y se las sometía a calcinación, a unos 700º-900 º C. de temperatura durante tres días, para así convertir el Carbonato Cálcico de la roca caliza en cal viva (Óxido de Calcio, CaO). La cal viva se apaga añadiendo agua y se obtiene una pasta blanca que se utiliza como elemento de unión, mezclada con arena, para construir muros de piedra o ladrillo y para encalar paredes.
Esquema de un horno de cal tipo bóveda
Observaremos, alrededor de las canteras, cómo predominan en los amplios valles las pizarras y las grauvacas precámbricas y en las laderas las calizas, los calcoesquistos y las pizarras del Ediacárico , mientras que las duras cuarcitas armoricanas, de la base del Paleozoico, se sitúan hacia las crestas de las sierras donde se fragmentan originando las típicas pedreras.
También se pueden observar dentro del llamado"Grupo Ibor" algunas capas de conglomerados de cantos de cuarzos y matriz calcárea de unos dos metros de potencia media, que la erosión ha desmantelado en forma de grandes bolos que encontramos aislados a mitad de las laderas.

Capa de conglomerados de La Calera

Bibliografia:
· IGME, Mapa Geológico de España (1984), Hoja de Castañar de Ibor nº 681, Escala 1/50000. Servicio de Publicaciones Ministerio de Industria y Energía. Madrid.
· IGME, Mapa Geológico de España (1972), Hoja de Logrosan nº 707, Escala 1/50000. Servicio de Publicaciones Ministerio de Industria y Energía. Madrid.
 

EL CAMORRO DE CASTAÑAR DE IBOR

Localización y accesos:

Coordenadas: 39º36’56’’ N; 5º24’30’’ O (tomadas en el Google Earth).
Hacia el sureste de la localidad de Castañar de Ibor y desde la carretera EX-118 parte el camino que discurre por la Garganta de las Calabazas, de donde sale a su vez un sendero que sube hasta el Camorro del Catañar, una meseta de algo más de 1100 metros de altura.
Grado de dificultad:
Medio-alto. Se trata de una subida inicialmente fácil, pues puede realizarse en vehículo, preferiblemente todo-terreno. Para llegar a lo alto de la meseta se requiere buen calzado de montaña y también buena preparación física. No obstante, cabe la posibilidad de conocer las características básicas del yacimiento sin necesidad de subir todo el sendero.

Características geológicas:
El yacimiento paleontológico del Camorro de Castañar es uno de los lugares en los que pueden verse numerosos ejemplares y especies de Daedalus, icnofósiles muy abundantes en la comarca de Las Villuercas.
Las areniscas cuarzosas de edad Ordovícico inferior, tan abundantes en el Geoparque, presentan numerosas huellas de habitación (habitáculos) de especies animales extintas, algunas de difícil atribución filogénica, como es el caso de las que han originado los Daedalus. Su forma arracimada y su relativo gran tamaño (decimétrico) permiten una fácil observación. Es un icnofósil abundante también en otros lugares con estratos o fragmentos de cuarcitas armoricanas del Anticlinal del río Ibor-Guadalupe. Si no se quiere subir hasta la cima del Camorro de Castañar, cabe la opción de poder visualizar algunos ejemplares en las pedreras que se han formado en sus laderas.

Actualmente se cree que este icnofósil representa colonias de anélidos que vivían en los fondos marinos arenosos y playas de los mares de hace casi 500 millones de años, compartiendo hábitat con otras muchas especies marinas, que no se han podido fosilizar conjuntamente con Daedalus sp., dadas las dificultades para que esto ocurra en sedimentos arenosos. Tan sólo es posible descubrir, en ocasiones, otros icnogéneros, como por ejemplo, Crucianas, Skolithos o Rusophicus, etc.

Objetivos de la visita:
Conocer cómo eran los organismos que vivían en los ambientes sedimentarios marinos playeros del Paleozoico Inferior, periodo Ordovícico, lo que tiene gran importancia a la hora de divulgar las características paleoambientales de estos ecosistemas de hace aproximadamente 500 millones de años. En concreto, ciertos icnofósiles pueden permitir comprender mejor la vida en aquellos tiempos geológicos. Este es el caso del Daedalus, las huellas de una colonia de gusanos que se enraizaba en el fondo marino para realizar sus funciones más vitales.


Bibliografía:
* Mapa Geológico de España 1:50.000. Hoja nº 681 (Castañar de Ibor).
* Seilacher, A. (1970): Arbeitskonzept zur Konstruktion-Morphologie. Lethaia, 3 (4), 393-396. Oslo.